Así como lo leíste en el título: este hombre oriundo de Winsconsin, EEUU, llamado Doug Bergeson estaba trabajando en la chimenea de se casa cuando sufrió un accidente que podría haberle costado la vida, fácilmente. Lo que le había pasado es que accidentalmente disparó una pistola de clavos y le provocó una grave lesión cardíaca, según la fuente llamada WBAY TV.
Su primera impresión fue que los clavos solo le habían “rozado”, pero luego vio uno incrustado en su pecho y que se movía con cada latido del corazón pensó: “Esto no se ve bien”. Por eso decidió que debía lavarse la sangre y, como estaba solo en su casa, se subió a su auto y manejó más de 19 kilómetros hasta el hospital.
“Estaba moviendo la pistola de clavos hacia adelante, de punta, había poco espacio y se disparó antes de que estuviera realmente lista. Luego cayó y volvió a disparar”, recuerda Bergeson el momento en que un clavo le impactó en el pecho a la velocidad de una bala.
Una vez que llegó al hospital, mientras lo examinaban, llamó a su esposa y, posteriormente, fue trasladado hasta otro centro médico para ser intervenido. Afortunadamente, la cirugía fue exitosa y Bergeson sólo perdió una arteria, aunque los médicos informaron que si el clavo hubiese penetrado en otra posición podría haber acabado con su vida.
“Realmente no me dolió”, explica el hombre y reconoció que no sacó el clavo que sobresalía de su pecho por recordar al conductor televisivo Steve Irwin, “el cazador de cocodrilos”. Este murió en Australia tras haber sido picado por una raya y, de acuerdo con los primeros informes, el deceso obedeció a la pérdida de sangre que derivó de la salida del aguijón. Ahora que ya ha comenzado la recuperación, Bergeson ha decidido contar su historia para advertir sobre los riesgos de la manipulación de las pistolas de clavos. “Los accidentes pueden ocurrir muy rápido; afortunadamente este tuvo un buen final” son las palabras de este afortunado hombre que salvó de la muerte.
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