Esta historia se trata de Taylor y Chris , quienes paseaban en Disney, mientras disfrutaban con su pequeño hijo Oliver y le pidieron a una pareja que pasaba por ahí en ese instante que les tomara una fotografía. Después de varios intentos, como es usual, lograron una foto adecuada, Taylor les dio las gracias a los desconocidos y todos siguieron paseando.
Lo que sucedió después nadie lo esperaba, el mismo hombre que les había tomado la fotografía se dirigió hacia ellos con lágrimas en los ojos y les dijo que él y su esposa Sally, habían tenido un bebé llamado Duke, que murió justo antes de haber cumplido un año y que Oliver se parecía mucho a él y que incluso se comportaba igual a él.
Scott y Sally les preguntaron a los padres de Oliver si podían cargar al bebé y pasar un momento con él. Aunque cualquier padre no hubiera dejado a su hijo con unos completos desconocidos, Taylor sintió en su corazón que lo que la pareja decía era verdad y dejó que pasearan con el pequeño Oliver, mientras ella y Chris caminaban atrás, por supuesto. Scott y Sally, en medio de su tristeza, no podían no dejar de sonreír al ver a Oliver e imaginarse a Duke haciendo las mismas cosas. Incluso, llevaron a Oliver de compras y le compraron todos los juguetes que él quiso.
Con este simple gesto a Oliver, Scott y Sally estaban curando en parte el duelo que les dejó la pérdida de su pequeño bebé, Duke. Todos creyeron que el encuentro estaba destinado a ocurrir para que Scott y Sally pudieran superar esa etapa de duelo y pudieran empezar a aceptar que Duke ahora es un ángel que los cuida desde arriba.
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