El Yoga es un arte milenario que busca el bienestar de nuestro cuerpo a todos los niveles mediante la meditación y una serie de ejercicios predefinidos. Como deporte es considerado bastante tranquilo y pueden practicarlo prácticamente todo tipo de personas, independientemente de su edad.
La blogger Laura Mazza tiene un problema de separación muscular en el abdomen. Su fisioterapeuta le recomendó practicar yoga para mejorar este problema. Laura le hizo caso y lamentablemente fue protagonista de una de las historias más embarazosas que hay.
Escribió su historia en las redes sociales y contó su experiencia:
Mi primer día de Yoga
“Me gustaría poder decir que esta historia no sucedió nunca, pero por desgracia, no sería cierto. Ha sucedido esta noche. Es una historia larga y me he sentido “desnuda”.
Tengo separación muscular. Tener hijos ha hecho que mi ares abdominal esté separada como cuando Moisés abrió las aguas del Mar Rojo- Si, no es bueno y mi estomago tiene pinta como de cono. Estoy intentando ejercitar y arreglarlo. Por esa razón fui al fisioterapeuta y me recomendó que hiciese yoga.
Jajajajajajajajaja. Bien, entonces lo haré.
Me puse un par de pantalones de yoga. Tener un par de estos pantalones me parece incluso mucho para alguien que nunca ha hecho yoga. Tenía un par que usaba para dormir. Son cómodos y de cintura alta. Así que me los puse y los subí hasta la barriga.
Llegué a clase y estaba todo oscuro. Había velas por todas partes (Alerta, peligro de incendio chicos). En ese momento me puse a pensar “mierda, esto es yoga real, no como eso de 5, 6, 7, 8… y estira. Estoy aquí y voy a alcanzar un alto nivel de iluminación.”
Todo el mundo hablaba entre si y la entrenadora de Yoga, maestra, gurú o lo que sea, también hablaba con todos.
Lo escuchaba decir “¿Cómo esta tu pierna Daryl?…” Mientras yo estaba escondida en una esquina pensando “Por favor Dios, que no me se me acerque”. Todo el mundo empezó a quitarse los calcetines y yo pensé. Oh señor, no me he depilado los dedos y están peludos. Solo me he depilado los tobillos por si se me levantaba el pantalón.
Así que allí me encontraba yo, mirando a todas esas mujeres delgadas, con sus pantalones apretados mientras yo llevaba unos de los años 80 subidos hasta los sobacos. Entonces todos se quitaron los calcetines y dejaron a la vista unos pies bien cuidados.
Mientras yo, medio escondida en una esquina, parecía Frodo con mis pies peludos. Con un poco de suerte nadie se fijaría en mi y no tendría que hablar sobre mi vida personal.
Pero la suerte no me acompaña nunca. La maestra me vio y dijo en voz alta “Oh, tenemos a un nuevo miembro esta noche. Nos sentimos bendecidos por la compañía de…?”
Y yo conteste “Oh si, yo también me siento bendecida por vuestra compañía” No se por qué dije eso, seguramente porque soy una idiota social.
Entonces ella dijo “Lo siento, preguntaba por tu nombre”
“Ah, Laura”
“Ok” Entonces me hizo algunas preguntas sobre como había llegado a interesarme por el yoga. Yo le conté lo de la separación muscular. Me dio la bienvenida y empezamos la clase mientras su delgado cuerpecito se alejaba de mi.
Comenzamos a hacer algunas posturas aleatorias. La postura del perro me hacía arquear la espalda. Notaba como forzaba un poco mi columna pero de una forma agradable. pensar que podía hacer esto… Empecé a emocionarme y a amar el yoga. Me sentía una auténtica chica yoga.
Empezamos a variar la postura y doblarnos y ahí fue cuando empecé a sentir mis tripas. Durante las ultimas semanas he tenido síntomas del síndrome del intestino irritable. Esto hace que mis pedos apesten a una mezcla de huevo podrido y los gases de una planta de incineración.
Cambiamos a la posición del delfín y luego al perro de 3 patas. Fue entonces cuando noté como 2 de esos gases malolientes atravesaban mis tripas buscando una salida.
Entonces me pei, me tiré un pedo en yoga. En ese momento me sentí un cliché ambulante. Mi suelo pélvico me traicionó.
Todo el mundo parecía tranquilo pero yo estaba pensando “que vergüenza, gracias Dios por estos momentos tan humillantes”. Entonces cambiamos de posición y el olor me golpeó la cara como un puñetazo en la nariz. En ese momento me morí por dentro y además, oficialmente, también olía como si estuviese muerta.
Empecé a pensar “¿Me voy? ¿Dejó la ciudad? ¿Me está pasando esto realmente? No solo parezco una babosa si no que además también apesto.”
Bueno, me tragué mi vergüenza y pensé “¿Sabes qué? Todo el mundo se tira pedos y no puede evitarse”. Así que continué adoptando posiciones ridículas, buscando hacer fluir mi energía interior.
Entonces empezamos a hacer una postura que era algo así como una rana. La profesora fue pasando cerca de los alumnos y los empujaba un poco hacia abajo para que la ejecutasen correctamente. Pensé que cuando me tocase a mi iba a conseguir estirar la espalda bien otra vez. Además, estaba apretando bien el culo para evitar que otro gas se me volviese a escapar.
Ella llegó, me empujó hacia abajo y prrrrrrttt… La trompeta más grande que jamás se ha oido retumbó desde mi culo. Me quedé congelada y pensé “oh Dios, oh Dios. Esto no puede estar pasando, estoy soñando y es solo una pesadilla”.
Mi cara se puso roja, empezaron a llenárseme los ojos de lagrimas y tuve la mayor vergüenza que he sentido nunca.
Me levanté, intenté enrollar mi colchoneta de yoga pero no podía hacerlo. Así que la dejé a un lado. Agarré mis zapatos, mis calcetines y mi mochila y salí disparada por la puerta.
Me di la vuelta justo cuando estaba cerrando la puerta y vi a toda la gente, que estaba de rodillas, mirándome en un estado de shock. Cuando me fijé en la profesora, bajó su cabeza, juntó las manos y dijo “namaste”.
Pensé “venga vámonos” y salí por la puerta. Ahora estoy sentada en un McDonalds, comiendo un helado y llorando y riéndome a partes iguales.
Lo siento fisioterapeuta, pero nunca, NUNCA JAMÁS, pienso volver a una clase de yoga. Que le den a la separación muscular.
Quizás Laura nunca más vuelva a hacer yoga, pero por lo menos lo intentó.
¿Qué hubieses hecho tu en una situación como esta? Compártelo.