Si bien Cathy Brown nació en Michigan, USA, hoy es toda una madre argentina que vive con sus 3 hijos hace más e 7 años en una granja en la Patagonia argentina. Es columnista del medio norteamericano Matador y hoy es protagonista de una de las cartas más virales de los últimos tiempos.
Durante su adolescencia y juventud, Cathy estudió y se graduó de la universidad siempre con la mejores calificaciones. Solía frustrarse cuando obtenía menos que una “A+” (calificación máxima en USA) y se sentía muy satisfecha cuando sus padres demostraban su orgullo por ella.
Pero, con el paso de los años y las diferentes experiencias que le tocó enfrentar tanto en su desempeño como periodista, como en sus viajes y sus labores de madre, es que ha cambiado rotundamente de perspectiva, respecto a la vida.
Hace un tiempo, escribió esta carta a abierta a sus hijos, en la que les explica que ella comprendió con el tiempo que ir a la universidad no es lo único que hace que seas grande en la vida, y los anima a hacer lo que quieran hacer y así seguir sus sueños, incluso los más irracionales.
A continuación podrás leer la carta entera.
¡Comenta en nuestra FanPage qué te parece la carta de esta madre!
Pequeños amados míos:
Dejemos algo claro. No me podría importar menos si van a la universidad. De hecho, hay una parte de mi que espera cualquier cosa menos eso después de la secundaria. Personalmente, preferiría que agarraran una mochila e hicieran dedo hasta Siberia, iniciaran un negocio de jabones naturales, fueran de voluntarios a Haití, lo que sea.
Se los digo como una ex obsesionada con ser la más inteligente, como su tía Mandy solía llamarme. Puede que lo encuentren difícil de imaginar ahora, pero en mis tiempos era una desagradable que lograba superar las expectativas y se decepcionaba profundamente si recibía cualquier cosa menos una A+ y una estrella dorada.
Fui a la universidad, conseguí ese papel, y les estoy diciendo de primera mano que no importa una mierda la educación que recibí respecto a mi potencial y valor para la sociedad.
Ustedes son tres de los niños más brillantes, bondadosos, apasionados y burbujeantes que conozco. También son los tres mayores dolores en el trasero que he tenido que criar, con su deseo de cuestionar todo (incluyéndome a mi, cincuenta veces al día), y su feroz independencia que deja claro que no me necesitan tanto -y no cambiaría eso por nada del mundo.
Deseo de aquí a la luna y de vuelta que cuando sean mayores tomen decisiones conscientes para resguardar estas características.
La idea de que se inscriban, solo “porque es lo que deben hacer, para pagar miles de dólares y esperar encajar en un sistema en que su educación está en los confines de una habitación me hace encogerme hasta mi núcleo.
Un lugar en que una pieza de papel y una fiesta al final se supone que deba hacerte sentir como que lograste “valer la pena”. Ustedes son más grandes que eso. Por favor reconozcan que sus oportunidades para educarse a sí mismos son absolutamente ilimitadas.
Fui a la universidad para hacer felices a mi papá y a mi mamá, para hacerles sentir que hicieron un buen trabajo criando una chica muy buena. Por favor no decidan ir a la universidad porque creen que me haría orgullosa o feliz. Ya estoy orgullosa.
Si quieren ser algo como un médico o un profesor de primaria, sí, van a tener que ir. Y si quieren ir solo por la experiencia, vayan. Prueben. Vean cómo funciona para ustedes. No es necesario que funcione. Y si van, vayan solo cuando estén listos y entusiasmados, sea eso a los 18, 25 o 53.
Mi único deseo para su educación es éste:
Deseo que hagan cosas aparentemente irracionales pero llevadas adelante por la pasión, como tomar un vuelo a Perú para tratar de encontrar a ese tipo que conociste por 15 minutos en la ruta de bicicleta y al que no puedes sacar de tu cabeza. Espero que les rompan el corazón al menos una vez para que puedan saber qué tan grande es, y qué tan resiliente es.
Espero que se den cuenta de que hay un millón de maneras de apoyarse financieramente y que no les importe una mierda lo que piensen otros de sus opciones profesionales. Si criar cabras o ser un contador o vender cocos en la playa de Indonesia o ser una agente de bienes raíces les hace sentir felices de levantarse cada día para ir a trabajar, rock on. Espero que tengan el auto respeto y las pelotas para renunciar en el momento en que empiecen a sentir que se están muriendo dentro energéticamente.
Espero que aprendan no solo a abrazar, sino celebrar y valorar la espontaneidad. Que hagan otras cosas en su vida por el solo hecho de “¿Por qué diablos no?”, esa es una razón completamente válida.
Tomen el auto y hagan ese viaje a Colorado. Ese día. Empaquen un saco de dormir, una caja de chocolates, un cambio de ropa, agarren el dinero para bencina y emergencias y vayan. Vean qué sucede. Pasarán un rato excelente o tendrán una excelente historia. Quizás ambos.
Aprendan a no matar buenas ideas por pensar demasiado. Seriamente, siempre puedes dar la vuelta el auto y deducir dónde devolverte. No aumentemos el drama de la situación.
Deseo que se sientan perdidos y de verdad, de verdad, de verdad asustados e inseguros para que puedan llegar a la bella realización de que tienen el coraje de afrontarlo.
Deseo que nunca estén tan intimidados por sus ídolos como para no hacer lo que necesiten para conocerlos y aprender de ellos. Son personas, también, y pueden aprender tanto de ustedes como ustedes de ellos. Acérquense. Envíenles correos, caminen y digan hola en la pieza.
Mándenles un mensaje en Twitter, conéctense a través de LinkedIn, maldita sea,invítalos por un café o una bebida y busca la disposición de subirte a un avión si eso sucede. Solo aguanta tu cabeza en alto y se tú mismo. Quizás los rechacen (su pérdida), o quizás tengan un nuevo amigo para la vida que solía ser alguien con quienes soñabas despierto.
Espero que nutran un amor por los libros -que lean no porque tienen, sino que quieren. (Ava, espero que en algún momento salgas de las novelas de romance vampiro en algún momento. Solo estoy siendo honesta).
Espero que aprendan a dar la bienvenida a los tiempos difíciles con al confianza y el coraje de un guerrero. Que abran sus ojos a todas las lecciones que esperan entre las experiencias duras que están allí para aprender. Que digan genuinamente “venga”, sabiendo que están a punto de salir más fuertes y sabios del otro lado.
Espero que aprendan del placer de cuánta felicidad pueden experimentar al hacer a otras personas felices. No duden en dar flores a la señora gruñona y extraña que se sienta en la banca del parque y que luce como si no hubiese recibido flores hace demasiado tiempo.
Espero que conozcan muchas personas con las que, en un primer minuto, pensarían que no tienen nada en común. Y espero que busquen terreno común cuando los inviten cálidamente a cenar.
Espero que ganen mucho dinero y luego lo pierdan. Y luego descubran cómo ganarlo de nuevo, pero esta vez sabiendo que aunque el dinero hace las cosas más fáciles, no es tan todo poderoso como pensaban que era.
Si pueden verdaderamente lograr completar esta lista, incluso parte de esta lista, en mis ojos son mejores que el 95% de la gente que termina en deudas universitarias por la oportunidad de un “mejor” futuro, un “mejor” sueldo, un “mejor” trabajo, más estabilidad, convenciéndose a si mismos que de alguna forma son más inteligentes que el resto de las personas que no fueron a la universidad.
Si se presionan a sí mismos, si están constantemente sacándose de su zona de confort y disfrutando cada experiencia, buena o mala, como una experiencia de aprendizaje, si continúan cuestionando todo (incluyéndose a ustedes), si tratan de actuar con bondad y conciencia en todo lo que hacen, y si se dejan guiar por ese pequeño sentimiento dentro que les deja saber que están en llamas y felices de estar vivos, estarán bien.
Y cuando ustedes están bien, yo estoy bien.
No busquen solo ser inteligente por libros. No se atrapen en certificados o en lo que la sociedad les dice es lo “correcto”. Evolucionen. Sean fieros. Sean fascinantes. Sean un gran pensador fabuloso. Sean absurdos. Sean apasionados.
Y por Dios, no lleguen al final de su vida sin historias que contar a sus nietos, de esas que ellos no puedan creer por lo extrañas que parecen. Sepan que hay gran valor, grandes lecciones, en solamente vivir una vida interesante y verdadera para uno mismo, sin importar qué camino te lleve abajo.”
¿Qué te parece esta emotiva carta de una madre a sus hijos? ¿Compartes su pensamiento? ¡No olvides compartir esta nota y recuerda comentarnos qué piensas al respecto!