Lo Deprimía El Desprecio De Su Jefe Hasta Que Supo ESTO….

Esta es una de esas historias que te permiten darte cuenta de que las falsas valoraciones y prejuicios hacia una persona nunca deben nublar tu juicio.

Todos los días, su jefe llegaba a su mansión en un coche de lujo. Él tenía que abrir ampliamente la puerta y darle la bienvenida, ya que trabajaba como custodio de su residencia. Sin embargo, él nunca respondía a mi saludo ni con gestos, ni con miradas; de ninguna forma. Una vez me encontró buscando restos de comida en un contenedor de basura y como de costumbre, no hubo ninguna reacción, siguió, como si él no me hubiera visto.

 

Al día siguiente, exactamente en el mismo lugar él se encontró una bolsa de papel. Estaba limpia, y en su interior yacía comida, bien envuelta y empaquetada. Todos los productos estaban frescos y en buen estado, como si se hubiesen comprado en el supermercado. Por supuesto, este hombre tomó la bolsa y estuvo inmensamente feliz.

Desde entonces, todos los días, él encontraba una bolsa con verduras frescas, que tenía todo lo que necesitaba. Se convertido casi en un ritual diario que le permitió que él, su esposa y niños, se alimentaran  mucho mejor ahora. Pero en su cabeza había una pregunta: ¿Quién podría ser? ¿Quién es ese benefactor misterioso?

 

Entonces, un día al llegar a su trabajo, el hombre se enteró que su jefe había fallecido. Ese día, acudieron a la residencia muchas personas. Entonces, fue la primera vez que no encontré comida en el lugar de siempre. Pensé que uno de los llegados la había tomado, pero de la misma manera fue también el segundo, el tercer y el cuarto día.

Pasaban las semanas, y seguía sin estar la bolsa de comida, se le hacía difícil alimentar a su familia. Hasta que un día decidió a ir junto a la esposa de su difunto jefe y pedirle un aumento de sueldo. En caso contrario, él hubiera renunciado.

Después de escucharme, ella apretó los labios: “Durante 2 años el salario que usted tenía, le era suficiente, y usted nunca dijo una palabra ¿Por qué ahora no le alcanza?” El hombre intentó dar alguna explicación que fuera comprensible, pero estaba claro que sus palabras no la convencerían.

 

Y entonces decidió contar la historia completa, de principio a final, sobre el paquete, sobre la comida, y sobre cómo un día dejó de encontrarla. Ella pregunto: “¿Cuando usted dice, que no encontró más las bolsas?”

El día en que su marido murió”, le respondió, y hasta él mismo tuvo miedo de lo que dijo. El sentido de las palabras le llegó con toda claridad. ¡Entonces, él realmente era su benefactor! El mismo hombre, que al parecer, no sabía sonreír a la gente que se encontraba en los niveles más bajos de la escala social.

De pronto, la mujer se puso a llorar, y él estaba empezando a lamentar haberle pedido un aumento. Le pidió que se calmara y que no llorara, le dijo que no sabía quién le estaba ayudando, y le aseguró que sin ningún tipo de aumento se quedaría trabajando de custodio.

 

Pero ella lo interrumpió: “No se preocupe, estoy llorando porque por fin he encontrado al séptimo hombre. Verá, yo sabía que cada día mi marido repartía siete bolsas de comestibles a siete personas diferentes. Seis ya las he encontrado, al caso le faltaba poco para resolverse… Ahora me enteré de usted”.

Desde ese día empezó a recibir una bolsa de comida todos los días. Sólo que ahora no la encontraba cerca de la basura, el hijo de su difunto jefe iba a su casa y se la entregaba en las manos. Todas las veces que intentó agradecerle, el muchacho nunca respondió. Al igual que su padre… Una vez no aguantó y casi gritó: “¡GRACIAS!” El chico se volvió y le pidió que no se ofendiera si no le contestaba, que él, al igual que su padre, tenía problemas de audición congénita.

 

No tengas prejuicios, resuelve tu dudas antes de que sea demasiado tarde. Comparte esta historia con tus amigos.

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